Maldivas surftrip: Últimos días y viaje de vuelta

Después de visitar la isla de Cokes y ya con dos bajas en el equipo seguimos intentando surfear alguna izquierda pero nos fue imposible. Fue casi imposible surfear caulquier ola el siguiente día porque el tamaño de las olas había bajado bastante y, por primera vez en todo el viaje, soplaba viento totalmente onshore.

Al día siguiente, algunos de nosotros decidimos sacrificar el primer baño de la mañana para bucear cerca de Sultans mientras el resto surfeaba. Fue un tiempo muy bien invertido, nos dejaron con el dingui en un extremo de la isla y sin tener apenas que nadar la corriente nos iba arrastrando poco a poco hacia el otro. Pudimos disfrutar de la visión de cientos de peces de todo tipo (peces loro, peces ballesta, cirujanos, etc.), de corales gigantescos, de anémonas con los peces payaso como inquilinos, de estrellas de mar e incluso de algún que otro tiburón de arrecife. Simplemente espectacular.

El anteúltimo día de nuestra vuelta a casa, cuando ya pensábamos que no íbamos a poder coger buenas olas nos levantamos con un bonito y rojo amanecer y buenas condiciones para el surfing. Otra vez Sultans con una primera sección fácil y poco transitada y la orilla abarrotada de gente deseosa de pillar algún barrel. Tres baños excelentes con muchas y buenas olas pese a que ya se empezaba a notar en el cuerpo el cansancio de tantas horas de surfing.

Después de una buena cena y ya con una cerveza en la mano, discutimos sobre la cuantía de la propina a la tripulación. Según nos comentaron, la tripulación no cobra sueldo y solo se les da alojamiento y comida. El dinero lo sacan de las propinas y de la venta de bebidas en el barco.

Decidimos poner 40 dólares cada uno, 440 en total, y saldamos nuestras deudas por las bebidas del barco. La media estaba entorno a los 50 dólares pero hubo alguno que se pasó un poco invitando a la gente y tuvo que poner más de 100. Gracias.

A la mañana siguiente empezamos a hacer las maletas. Nuestro avión salía a las 19:30 con lo que teníamos tiempo para un par de baños antes de partir primero hacia el Hotel Lohifushi Island Resort, donde cuatro integrantes del grupo se quedarían unos días más y luego al aeropuerto.

Las condiciones habían mejorado en Sultans, las olas era más grandes, abrían más y el viento era más flojo.

Primero tenías a dos locales que pillaban lo que querían sin tener que esperar a nadie y luego a un grupo de franceses entrados ya en años pero que además de surfear muy bien tenían más morro que espalda. No era momento ya para enfadarse pero tampoco nos quedamos sentados en la tabla viendo cómo te remontaban por el interior, después de coger una ola. Había un señor, cercano a los 60 años, que se ponía de rodillas en su tablón y cuando llegaba a la sección más potente, cogía la ola con la mano y dejaba que le cubriese el tubo. No salió en ninguna de las olas que le vi pero le echaba dos huevos.

Después de comer, con mucha pena, emprendimos el camino al Hotel Hudhuran Fushi, antes llamado Hotel Lohifushi, pero que cambió de nombre después de ser destruido por el tsunami del 2004.

Nada más llegar vimos lo que no habíamos visto en los once días anteriores: izquierdas perfectas. Zurdas de metro y medio, redondas y lisas, rompiendo con apenas dos o tres personas en el agua. Nos despedimos de nuestros amigos lamentándonos no haber alargado un poco más nuestras vacaciones. El barco se fue alejando camino Malé mientras seguían rompiendo una izquierda tras otra. Un suplicio.

Una hora después anclamos cerca del aeropuerto, demasiado cerca quizá de la pista de despegue. Nos despedimos de la tripulación y luego, en el Doni, nos trasladaron a la terminal. El viaje estaba a punto de acabar.

Acostumbrados a la brisa marina la terminal nos parecía una sauna. Dejamos las maletas y nos sentamos a esperar el checkin en una terraza cercana donde nos clavaron casi 40 dólares por 8 consumiciones.

Finalmente facturamos y pudimos disfrutar del aire acondicionado de la terminal cubierta donde alguno se regaló una comida occidental cansado de tanto curri.

El viaje tanto a Doha como a Madrid fue plácido y cómodo, imagino que 8 horas de surfing al día y viajar de noche tuvieron algo que ver. El único contratiempo que tuvimos fue en el control de pasaportes, cuando a uno de nosotros le retuvieron por algún problema en el pasaporte. Retener e investigar, rezaba la pantalla del ordenador del policía nacional. Cuarenta minutos después, pudimos salir todos de la terminal 1 y coger un autobús con destino a la estación de Avenida de America.Allí tuvimos el último contratiempo. Pese a que el autobús con destino a Bilbao iba casi vacio no nos dejaron facturar todos los bultos a la vez así que el grupo se tuvo que dividir en dos. Unos viajamos en el primer autobús y el resto tuvo que esperar al siguiente.

Cinco horas después, cansados, sucios y felices llegamos a casa. Ahora si, el viaje había acabado.


Anémonas


Corales



Pez Ballesta






Nos encontramos con Nemo.


Buceando en el arrecife.


No se ve muy bien pero eso es un tiburón.





Bonitas derechas en Sultans








Izquierdones solitarios en Lohifushi.


Bueno, casi solitarios.






La capital, casi como cualquier ciudad occidental.





Algunas fotos de Cokes






El arbol del Pan.

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