Surf, aventura y autodescubrimiento: Mathea Olin regresa a la costa salvaje de Canadá en Transports of Delight II

La surfista canadiense Mathea Olin regresa a la salvaje costa oeste de Canadá en Transports of Delight II. Un viaje de surf, naturaleza y autodescubrimiento filmado en Canadá para The Search.

A veces, cuando visitas un lugar nuevo, apenas logras arañar su superficie. Te quedas con la ubicación, sin descubrir sus rincones ocultos, ni sus diferentes matices bajo la lluvia o el sol.

 

Por eso, un año después de su primer viaje, la surfista canadiense Mathea Olin regresa a la indómita costa oeste en Transports of Delight II. Pero esta vez, no se trata solo de repetir el recorrido: se trata de profundizar. De ir más allá. De buscar nuevas olas. De explorar territorios aún sin trazar. Y hacerlo todo con nuevas habilidades y mucha más confianza al timón.

 

Lo que encontraron fue pura magia: rompientes vacías, olas perfectas sin nadie alrededor. Salmón fresco cocinado al fuego bajo las estrellas, acampando en playas remotas de islas perdidas, cambiando entre longboard y shortboard según lo que ofreciera el frío Pacífico.

 

“Encontrar olas donde puedes surfear sola, esos son los momentos en los que sé que estoy donde debo estar”, dice Mathea. “Son esos instantes los que me impulsan a seguir explorando nuestra costa, a llevar mis límites más lejos en un velero, y a conocer más sobre el océano y sobre quién quiero ser.”

 

Esa conexión profunda con las olas y la naturaleza fue el corazón del viaje. “Para mí, una gran parte es simplemente estar allí fuera, en el océano. En plena naturaleza”, explica. “Y si encima llega el swell durante un viaje en velero… eso ya es la guinda del pastel.”

 

Pero no todo fue surf: el paisaje también jugó su parte. “Como surfista, siempre estás enamorada de la costa y de lo que tiene para ofrecer”, dice. “Cada vez que doblábamos un cabo, había algo nuevo que ver... Momentos como esos son los que me impulsan a seguir un poco más lejos, sin saber lo que te espera.”

 

Una de las grandes diferencias en esta nueva travesía fue la seguridad con la que Mathea volvió a bordo. En su primer viaje, fue casi una iniciación de la mano de su amigo y mentor Satch Robertson. Esta vez, llegó preparada. Y ahí está la belleza de repetir una experiencia: ya conoces el camino, tienes nuevos objetivos y puedes dejar atrás las inseguridades. Hay algo profundamente liberador en tener las habilidades para trazar tu propio rumbo. En tomar tu aventura en tus propias manos. En dejarte llevar por el viento, con la confianza de que el viaje ya es tuyo.