Renunciando
Leyendo ayer la entrevista a Ibon Amatriain que apareció en Noticias de Gipuzkoa hubo una pregunta que me llamó la atención. Le preguntaban si recordaba algún momento especial al que haya renunciado por no poder evitar salir corriendo a coger olas. Ibon contestó que a muchos: a comidas de Navidad, a celebraciones de cumpleaños y a comuniones, por ejemplo.
Me gustó que el entrevistador eligiese el verbo "renunciar", implica voluntariedad.
El mar, las olas, son muy egoistas, no entienden de celebraciones familiares, ni de horarios o lugares. O mejor dicho, es el surfista el que no entiende de todo esto. Carpe Diem, aprovecha el día, no dejes para mañana las olas que puedas coger hoy, podría ser el lema de muchos de los que pillamos olas. Hay veces que es dificil renunciar a un baño sabiendo que mañana ya no lo habrá, viendo las olas romper desde tierra firme y decidir dar la vuelta. Media horita, dices a tus adentros, y cuando te quieres dar cuenta ya han pasado dos horas de baño.
Quién no ha mareado en el coche alguna vez a su pareja, que por su puesto no hace surf, recorriendo la costa de punta a punta para luego dejarla tumbada en la arena durante dos horas mientras mojas el neopreno.
Conozco a gente que ha renunciado a trabajos mejor remunerados, a m solamente por tener suficiente tiempo libre para poder darse un baño cualquier día de la semana, ya sea invierno o verano.
A veces, uno tiene más relación con la gente que se encuentra en el pico, de la que no sabe ni tan si quiera su nombre, que de los amigos de toda la vida o incluso de la familia.
Por su puesto uno se arripente una vez acabado el baño y promete convencido ser más responsable la próxima vez, hasta que vuelven de nuevo las olas las olas y...
