Iberia Mon Amour

Iberia Mon Amour
El otro día, mientras desayunaba leyendo el periódico, el titular de una noticia provocó que soltara la tostada y esta cayera en la taza de café. "Condenan a Iberia a devolver a un bilbaíno los 240 euros cobrados por viajar con una tabla de surf", rezaba el titular. No podía creerlo. Las pupilas de mis ojos se dilataron, se ensancharon cada vez más y ocuparon el iris por completo.

Parecían los mismos efectos que una sobredosis de alucinógenos. Mi mirada se clavó en las balsas de grasa dejadas en el café por la mantequilla de la tostada. En medio del trance empecé a imaginar un universo en el que pudiese viajar con mi tabla de surf sin tener que sentirme delincuente. Ya no habría que intentar engañar a la encargada de facturación con triquiñuelas dignas del Lazarillo de Tormes o llorarla como la mejor de las plañideras en el funeral del señorito del pueblo .

De pronto una estrofa de Nino Bravo llegó a mi cabeza:

Libre, como el sol cuando amanece, yo soy libre como el mar
Libre, como el ave que escapó de su prisión y puede, al fin, volar…
Libre, como el viento que recoge mi lamento y mi pesar,
camino sin cesar detrás de la verdad y sabré lo que es,
al fin, la libertad.


¡Por fin la libertad! Parecía que el propio Nino Bravo hubiera tenido el mismo problema con sus tablas de surf. Saqué la tostada convertida en migas con la cucharilla y seguí leyendo el artículo. Mi gozo en un pozo. El juez del caso condena a Iberia no por cobrar por las tablas de surf si no porque las condiciones del cobro no estaban descritas en el billete. Al demandante se le cobró exceso de volumen cuando solo se describía el cobro por exceso de peso en el billete. Es decir, un par de minúsculas líneas más en el billete y ya está. De hecho creo que ya viene en los billetes desde hace un tiempo. El sueño se convirtió en pesadilla.

De vuelta a la realidad, después de ducharme, decidí investigar un poco más. Iberia, que no es tonta, ha cambiado desde hace poco las condiciones del exceso de equipaje. Incluso tiene en su Web un apartado especial para las tablas de surf. Ya se sabe, el surf está de moda y hay que aprovecharlo.

Son 150 euros por tabla los que tienes que apoquinar si quieres llevar tu tabla de surf contigo. Da lo mismo si vas de Madrid a Cuenca o de Nueva York a Valencia, son 150 euracos. Es decir, volar con tu vieja tabla cuesta lo mismo que comprarte una nueva. Absurdo. Pero es que además tus tablas "...deberán ir adecuadamente colocados y embalados, sujetos de forma tal que impida rotura o causen molestias o daños durante el embarque, transporte y desembarque". Es decir, que si te colocan la tabla debajo de todas las maletas del pasaje y luego te la dan deslaminada y una pulgada más fina de lo que la compraste no puedes decir ni mú. "¡No estaría bien embalada!" te dirán.

Ilusiones rotas, un cabreo y la pérdida de una buena tostada con mantequilla y mermelada fue lo que saqué de media mañana en un día de vacaciones.

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