Billabong había cambiado su estratégia de mercado, apostando por la venta minorista. Al contrario que el resto de sus marcas, además de fabricar la ropa, Billalbong decidió que también la iba a vender, y empezó a tejer una red de tiendas de la marca por todo el mundo. Algo así como "yo me lo guiso, yo me lo como". Con ello reducía los intermediarios, y por tanto, aumentaba los márgenes de beneficio.

Esta estrategia le ha estado saliendo muy bien durante estos años a la marca australiana pero ahora se ha notado que ante una bajada en las ventas la compañía es mucho más sensible que sus competidores. La compañia vende dos tercios de su producción fuera de Australia, y la larga crisis en Europa y Estados Unidos han provocado por un lado, la bajada de las ventas, y por otro, la rebaja del precio de sus productos.

Ante tanto problema, Billabong ha tenido que diseñar un plan para reducir costes. Eso supone cerrar entre 100 y 150 tiendas en todo el mundo, y despedir a sus empleados, claro, unos 400, reducir el dividendo que iban a sus accionistas, y vender el 48,5% de Nixon, la marca de relojes, a Trilantic Capital Partners, un fondo de inversión que se separó de Lehman Brothers (¿os acordáis de ellos?) cuando esta quebró.

Pero ya se sabe que cuando los buitres ven la carroña se lanzan a por ella. Ahora Texas Pacific Group (TPG Capital), otro grupo de inversión, no se conforma con unos huesos, y se ha lanzado contra la yugular de  Billabong, haciendo una oferta de compra por toda la compañia.

Malos tiempos para Billabong.