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Paladeando El Gran Miércoles

- febrero 23, 2024 - 3 Comentarios

big wednesday movie 02

Hay algunas películas con las que, por alguna extraña razón, no las disfrutas realmente la primera vez que las ves, no llegas a profundizar. Al igual que un buen vino, con el primer trago no puedes disfrutar de todos los matices, de su aroma, y tienes que paladearlo más veces para extraer todo su sabor.



Eso me pasa con "El Gran Miércoles". Cada vez que la veo voy sacando algún detalle que se me ha escapado la anterior vez. Quién no recuerda la voz en off de Matt Johnson describiendo un amanecer, o la siguiente estación del año. John Milius y Dennis Aaberg, director y guionista, surfistas los dos, crearon el guión a la vez que escribían el libro, que por cierto me compré la semana pasada, y quizá por ello tiene momentos tan narrativos. Si a eso le sumamos la maravillosa banda sonora de Basil Poledouris queda una gran película.

Cierto que hay veces que cae en los tópicos, y que hay algunos actores que flojean un poco, pero la película tiene algunas auténticas joyas que hacen que te olvides de lo anterior.



Os dejo a continuación algunas de ellas y parte del primer capítulo del libro.


Recuerdo aquel viento de nuestra infancia, un viento que soplaba por el desfiladero, un viento caliente llamado Santana que traía el olor de lugares cálidos.

Soplaba con mayor fuerza antes del amanecer a través del promontorio.

Mis amigos y yo solíamos dormir en los coches, y el olor de la brisa del mar nos despertaba. Todas las mañanas presentíamos que aquel sería el gran día.

Sobre todo recuerdo a mis mejores amigos, Matt y Leroy. Estábamos en nuestro mejor momento, éramos los grandes, los reyes, nuestra realeza particular, aquel era nuestro reino y esta nuestra historia.”


En aquellas mañanas cristalinas, ya cansados de hacer surf, nos íbamos a la tienda de Bear en el viejo embarcadero. Bear reparaba nuestras tablas y nos contaba historias. El sabía de donde venían las olas y por qué. Al igual que los surfers que nos precedieron, Bear lo era todo para nosotros.”

"De todas formas siempre estás solo. Esa es la prueba del surfer, hacerlo solo, acostumbrarse a no depender de nadie."

"Empieza a pensar que alguna vez tendrás que empezar a ganarte la vida decentemente. Busca trabajo y hazte hombre de una vez. Hazte una persona respetable.

¿Para qué? Es un surfer respetable.

¡Carai, Eso no es un deporte, es una epidemia!"

Todos los veranos de todos los años pasaban, apenas son humo en mi recuerdo. El otoño caía y se precipitaba el invierno. El agua estaba fría, era la época de las olas del Oeste. Un embravecimiento del mar que señalaba un cambio y que yo generalmente afrontaba solo.

"... los amigos son para cuando no tienes razón. Cuando la tienes, no necesitas nada."

"me aficione al surf porque era muy bonito salir con los amigos. Ya no me queda ni eso."

"Las olas del Norte eran frías, solitarias y peligrosas. Una fuerte marejada lleno de poder que bajaba por la costa durante el invierno. Solíamos hacer novillos e ir a ver como rompían las olas. Soplaba una brisa suave de la costa en los tibios atardeceres de la marea baja. Recuerdo las rocas y el agua cristalina. Pero todo aquello quedo atrás, y no es que cambiaran las rocas, ni la playa, ni las olas, cambio la gente. Unos se casaron, otros se fueron a vivir al interior, otros buscaron emociones nuevas, otros murieron."

¿Has hecho mucho surf Matt? No... Solo cuando era necesario.

"Quien sabe de donde viene el viento, ¿será que sopla Dios?. ¿Y quién forma las nubes? ¿Cómo se embravece el mar? ¿Y para qué? Sólo sé que había llegado la hora que tanto habíamos esperado."

Llegará un día como ningún otro; un día con unas olas tan grandes, un espectáculo de la naturaleza tan grandioso, que borrará todo lo anterior. Y ya nada volverá a ser lo mismo.



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BIG WEDNESDAY Movie Trailer 1978 Surfing


El Gran Miércoles - El Libro (Ediciones Pamies)


VERANO 1961

El mar del pasado era como una hermosa mujer sin escrúpulos.

Los hombres fuertes con corazón de niño le eran fieles, se

encontraban satisfechos viviendo por su gracia o muriendo por

su voluntad

Joseph Conrad

Cuando las tablas estaban hechas de madera y los hombres de hierro

Un viejo surfista

MAREJADA SUR

Recuerdo un viento que soplaba a través de los cañones antes del amanecer. Era un viento caliente pero suave, y llevaba el aroma de los lugares cálidos. Soplaba desde las escarpadas colinas cubiertas de encinas y arbustos hasta las viejas cabañas de madera que se alineaban en la playa. Cuando más fuerte soplaba era antes del amanecer en The Point, donde hacía apresurarse a olas invisibles, las hundía y les echaba sus crestas hacia atrás como si fueran grandes plumas blancas. Mis amigos y yo solíamos dormir en nuestros coches, aparcados a lo largo de la autopista del Pacífico.

Y el aroma del viento de tierra nos despertaba y cada día sabíamos que sería una mañana especial, un día especial. Me acuerdo del viento que hacía revolotear los papeles por la arena en penumbra y de las luces de la ciudad brillando en la distancia. Miles de gaviotas volaban en círculos en el cielo color púrpura. El mar todavía estaba oscuro por el oeste. Recuerdo el sonido de las olas que golpeaban la orilla.

Con los primeros rayos del amanecer, nos arrastrábamos fuera de nuestros sacos de dormir y mirábamos las olas matutinas por las ventanillas del coche. Nunca las olvidaré. Se extendían por la cala convirtiéndose en paredes verde esmeralda, con la brisa costera rasgando sus flequillos. Sacábamos nuestras largas tablas de surf por la ventanilla trasera rota de algún viejo Chevy, aplicábamos cera en el puente y temblábamos poniéndonos nuestros fríos y húmedos bañadores, sin darle ninguna importancia. Agarrábamos las tablas, nos colábamos por la gran puerta de la vieja pared de la mansión Whitney y aullábamos mientras desaparecíamos en el océano. Entonces éramos jóvenes y despreocupados. Era verano y el momento de la marejada sur.

Esta era fuerte, y el agua cálida. No nos importaba nada más. Decían que nos habíamos vuelto locos por la insolación, que éramos mendigos de playa que no servían para nada. No entendían nuestra obsesión. Nuestros padres decían que se nos había derretido el cerebro, que nos pasábamos el día en la playa para no tener que ir a trabajar. Pero se equivocaban. Lo que nos empujaba hacia el surf era la llamada del oeste en nuestra sangre.

No teníamos otra elección. Lanzarse al oeste era lo que los americanos hacían. Siempre iban hacia el oeste en busca de la aventura. Nuestras familias procedían del interior. Del este, del centro, algunas del sur e incluso de Canadá. Venían de las montañas y de las llanuras onduladas, de las planicies donde el viento traía aguanieve y polvo. Estaban cansados de sus trabajos, del tiempo, de la tierra y de la gente. Pero tenían a dónde escapar. Era su derecho, su herencia: eran americanos y estos siempre habían viajado hacia el oeste cuando las cosas se torcían. Hacia el oeste, hacia donde el sol se oculta y los hombres tienen la oportunidad de volver a empezar.

Así que vinieron a California porque no había nada más en medio y porque ésta siempre había sido una promesa de oro de una clase u otra. Habían oído hablar de las palmeras, de los campos de fruta siempre madura y de que nunca hacía frío en invierno. Y había trabajo. Muchos puestos de trabajo. ¡Oportunidades! Las empresas aeronáuticas necesitaban cada vez más personal y los bienes inmuebles estaban creando fortunas. ¡El dinero corría a raudales!

Se hacinaron en la costa de Santa Mónica, volvieron sobresus pasos hacia el grandioso valle de San Fernando y se desparramaron por el sur, hacia Long Beach. Construyeron “cientos de ciudades y miles de pueblos”. Les pusieron nombres como Tarzana, Pacoima, Norwalk, Anaheim, Ciudad de la Industria, Bellflower, Burbank, San Gabriel, Torrance, Pacific Palisades y Malibú.

Cuando acabaron de construir, fueron al mar para descubrir a qué habían venido y eso les inquietó. Por primera vez en su vida, estaban atrapados. Todavía podían ver ponerse el sol, rojo y cálido, dorado en el centro, pero había un océano de por medio. No había más sitios a los que ir. Habían llegado al final del continente que les habían hecho creer que era interminable. En la tierra ya no había nada nuevo. Los búfalos habían muerto, los indios estaban en las reservas y el oro de los ríos se había agotado. Hacía por lo menos cincuenta años que todo había terminado. Se lo habían llevado otros. Pero el país era rico y opulento. Había trabajo y oportunidades, cada vez más oportunidades. La vida era agradable en esos años y la gente trabajaba cuando quería y compraba televisores, coches, máquinas de cortar el césped y tenía hijos. Y la llamada del oeste les abandonó y se marchitó en los jardines donde crecía el césped. Si les preocupaba haber perdido la oportunidad de encontrar algo mejor, ya no les importaba. Fueron sus hijos los que se empezaron a sentir descontentos. Fuimos nosotros los que nos impacientamos. Nuestros padres eran demasiado viejos para recordar cómo se sintieron ellos en un momento dado, así que les parecía que nosotros éramos unos rebeldes y unas ovejas negras. Éramos fuertes, robustos, y la mayoría teníamos el pelo rubio y largas extremidades. Los fines de semana nos llevaban a la playa y nos quedábamos en la orilla mirando cómo el Pacífico se extendía ante nuestros ojos. El “corazón de las mareas de la tierra”. Ellos eran incapaces de entender nuestras miradas y por qué parecíamos tan inquietos. Decían: —¿A que es fabuloso?

Y nosotros nos limitábamos a mirar con fascinación las olas.

—¿Qué hay allí? —solíamos preguntar. Y ellos respondían que había tiburones. Blancos y makos, tigres y martillos. También había medusas gigantes y las llamadas “carabelas portuguesas”, cuya picadura podía llegar a matarte. Nos decían que el océano no era un lugar en el que se pudiera estar por mucho tiempo, pues no era seguro. Ir a pescar de vez en cuando estaba bien, siempre que te quedaras dentro de la barca. Y tampoco vayas muy lejos, ¡las olas son peligrosas! Nosotros contemplábamos la puesta de sol una y otra vez, y pensábamos en lo que habría allí dentro. La llamada del oeste se hizo cada vez más fuerte en nuestro interior y pensábamos en los lugares que había más allá: Oahu, Maui, Bora Bora, Atuana, Morea y Nueva Guinea. No podíamos dejar de pensar en nombres como Singapur, Nueva Zelanda y Australia y cuando volvíamos a la realidad, sentíamos la fuerza de esos lugares como un latido en las mareas, a través de la sangre que corría por las venas del gran Pacífico. En las olas. Estaba en las olas. A menudo, amenazaban a la misma tierra y eran más terribles que los tiburones. Latían y rugían y a veces desaparecían por completo. La oportunidad de hacer algo todavía existía en las olas. La violencia y la grandeza se encontraban a cuarenta o cincuenta metros hacia el oeste. Una fuerza inimaginable. Estaba en las olas. No teníamos elección. ¡Al mar con las tablas de surf! Así que buscamos por la costa y encontramos The Point, una playa salvaje en la que podíamos hacer lo que nos diera la gana. Recuerdo los fondos de algas oscuras, las rocas desfilando rápidamente bajo mis pies y los rizos blancos cerniéndose sobre mi cabeza. Los surfistas pasaban saludando con sus tablas multicolores contra el mar verde; la ola, las rocas, la costa, el cielo...

Todo parecía eterno y a la vez se esfumaba en un instante. Lo que mejor recuerdo son los tres amigos: Jack, Matt, Leroy. Ante todo era su historia, su lugar, su momento. Entonces ellos eran los Grandes, los Reyes, nuestras propias majestades. Y fue su último gran verano...

El saco de los buenos baños

- febrero 03, 2024 - 2 Comentarios
Banzai pipeline
La mayor parte de los baños que nos damos se olvidan tan pronto como salimos del agua. Quizá si hemos conseguido coger alguna ola buena puede que el recuerdo perdure en nuestra retina durante unos días, o incluso una semana, pero más allá solo hay oscuridad.

Pero luego, hay otros, no pasa frecuentemente, que los planetas se alinean, y los santos y las vírgenes interceden por ti, para que te el baño sea épico. Ya sabes, de esos que sales con una sonrisa de oreja a oreja que te dura días, o incluso semanas.

Son esos baños los que se meten en el saco de los recuerdos y ya nunca se pierden. Se sacan cuando no puedes conciliar el sueño, cuando estás en el curro puteado, y piensas: "ojalá estuviera en tal sitio como aquel día que me pegué un bañazo". También se sacan cuando vas de marcha con tus amigos, que aunque no se metieran al agua ese día contigo se saben al dedillo la altura, el periodo, y la forma de las olas, la maniobra que hiciste, la tabla que llevabas, e incluso el color del invento.




Así, a bote pronto, sin pensarlo demasiado, en mi saco de los recuerdos aparece un baño en Sopelana hace ya unos años en el que pillamos las mejores olas que hayan podido romper. Estuvimos solos durante más de dos tres pillando una ola detrás de la otra sin parar hasta que acabamos agotados.

Recuerdo la ocasión en la que llegamos a Santa Teresa desde Playa Hermosa, en Costa Rica, después de un viaje en coche de 12 horas por carreteras olvidadas y llenas de baches. Fue aparcar el coche y salir corriendo por un estrecho pasillo de arena hasta la playa donde nos esperaban derechas perfectas. No tardamos ni 5 minutos en sacar todas las cosas del coche, registrarnos, para ir al agua.

Siete promesas que tampoco cumpliré en 2024

- enero 01, 2024 - 4 Comentarios
promesas
El año que comienza es un buen pretexto para hacer borrón y cuenta nueva en los errores cometidos a lo largo del año pasado y cargarse de buenas intenciones para el nuevo que todos sabemos que no vas a cumplir.

Esta vez voy a ser más sincero y desisto desde ya (en tono de humor) de ciertos aspectos en el surfing que debería cambiar.

Frases míticas de Le llaman Bodhi

- agosto 18, 2023 - Comenta

le llaman bodhi

A uno, cuando ve 24 años después " Le llaman Bodhi ", seguramente le podrá entrar la risa floja en algunos momentos de la película, pero hay ciertas frases, conversaciones, que son buenísimas (a mi entender, claro). Esta es una pequeña selección de ellas.

- Mucha gente de tu edad aprende surf.
- No tiene nada de malo.
- Tengo 25
- Eso digo.
- Nunca es tarde.
- Ojala te aficiones.
- El surf te cambia la vida, te lo juro.


- Los Ex Presidentes son surfistas.
- ¿Surfistas?
- Surfistas.
- Está clarísimo.
- Mira la línea del bronceado.
- Claro, tiene que ser surfista.
- Pues sí.


- Vuélvete al Valle, tío.


- Me he caído 47 veces y me ha currado un psicópata.
- Hay unos 20 tíos con coletas.
- Paciencia. Hay que ser sutil.



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- Ahora me vais a decir que esto es vuestro y que los insectos como yo no deben venir.
- No.
- Eso sería perder el tiempo.
- Sólo te vamos a machacar.
- ¡Cabrón!


- Putos yonquis de adrenalina.
- Espero que no te tragues este rollo banzai.
- ¿De qué hablas?
- Tienes pinta de kamikaze. Se te nota.
- Bodhi lo huele a kilómetros.
- Te llevará al límite.
- O más allá.


- ¿Por qué no puedo llegar con la tabla y hacerme el colgado?
- ¿Y hacer preguntas?
- Verás...
- Mira.
- Míralos.
- Son como una tribu. Tienen su propio idioma.
- No puedes acercarte sin más. Tienes que salir ahí y aprender cómo se hace, cómo piensan, cómo hablan.
...
- Esto es para niñatos que no se afeitan.
- Venga, tú eres el atleta. Es cuestión de equilibrio y coordinación. No puede ser muy difícil.



- Nunca había visto el mar.
- Ningún mar.
- No pensé que me afectaría tanto.
- Me obsesiona, O algo así.
- Quiero hacer lo que hacéis.
- Es la verdad.
- Está bien.
- Vale. Mañana aquí a las 6 de la mañana.
- Si tardas un minuto me habré ido, y esto no es para toda la vida. Te enseño un poco y después sigues solo.



- Ése es Bodhi, le llaman Bodhisattva. Es un salvaje moderno, un buscador.
- ¿Qué busca?
- La ola. La ola definitiva. Está aun más loco que tú.


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- Otra vez. En posición.
- Agáchate o te caerás.
- Si arrastras la rodilla, vas al agua.
- Si arrastras el pie, vas con los peces.
- Los dos pies tienen que pisar la tabla al mismo tiempo.
- Eso es. Eso es. Estás surfeando.




- Solo les gusta ser radicales. No saben entender el mar.
- Nunca captarán la vena espiritual.
- No te irás a poner a cantar, ¿eh?
- Podría.
- Aún no has entendido qué es eso de cabalgar las olas, ¿eh?
- Es un estado mental.
- Un mundo en el que te pierdes y te encuentras.
- Aún no lo sabes, pero lo tienes escrito.




- La ola sube.
- Caes al foso.
- Ocho metros de caída.
- Y los cojones, tío, los cojones se te quedan así.
- Todo el mar está rugiendo.
- Empujándote como un tren de mercancías.
- Sí.
- Y si lo pierdes, los peces te despegan del coral.
- Las olas grandes son para machorros suicidas.
- No.
- Es lo máximo. No hay nada comparable.
- Ni el sexo.
- Será porque lo haces mal.
- La ola grande es algo total.
- No puedes pedir tiempo muerto si no te gusta cómo va.

Siente lo que hace la ola y acepta su energía. Sincroniza y después cabalga con ella.

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- ¿Cuáles son las mayores?
- ¿Waimea?
- ¿Para surf?
- Sí.
- McCaha.
- Dana Point.
- Bells Beach , Australia.
- Bells Beach no es mayor que Waimea.
- Lo será el año que viene.
- ¿Crees que vendrá la tormenta del siglo?
- ¿Qué tormenta es esa?
- Es una leyenda.
- No, es real.
- Absolutamente real.
- Todo va en ciclos.
- Dos veces por siglo, el mar nos dice lo pequeños que somos.
- Una tormenta sale de la Antártida y manda una enorme onda hacia el norte, a 3.500 kilómetros.
- Y cuando llega a Bells Beach forma la ola mayor del mundo. Y yo estaré allí.
- ¡Y yo!
- Si quieres lo máximo, tienes que pagar el precio.
- No es trágico morir, si te gusta.
- Así quiero morir yo.
- Joder, no cumpliré los 30.


- Bodhi, ha muerto gente. Se acabó la ola.
- Ah, no. Yo digo cuándo se termina.
- No, y nadie saldrá. Habría que estar loco, tío.
- Es la muerte segura, colega.
- ¿Has perdido algo?
- Agente especial Utah. Sabía que podía contar contigo.
- He estado en todo México.
- En Baja encontré un fiambre no reclamado.
- Resultó ser Rosie.
- Se peleó con uno mejor que él.
- Encontré un pasaporte tuyo en Sumatra .
- Me sacaste una semana en Fiji.
- Pero sabía que no te perderías la tormenta de los 50 años.
- Sí.
- Es una pena.
- Encuentras tus olas y está cerrado.


- ¿Alguien se ha metido?
- No, y nadie se meterá.
- Habría que estar loco, tío.
- Es la muerte segura, colega.
- Vamos, Bodhi.
- Es hora de irse.
- Sabes que tienes que venir.
- Lo siento, amigo.
- Les dije que no te resistirías.
- ¡No!
- ¡Sabes que no soportaré la cárcel!
- ¡Me da igual! ¡Tienes que pagar!
- Tiene que ser así.
- Está bien, tío.
- Estoy jodido.
- Pero mira eso, Johnny.
- ¡Míralo!
- ¡Es una oportunidad única en la vida!
- Déjame salir y pillar una ola antes de irnos. Sólo una.
- ¿A Dónde voy a ir, tío?
- Hay acantilados. No voy a remar hasta Nueva Zelanda .
- Toda mi vida esperé este momento.
- Vamos, compadre.
- Vamos.
- ¡Vamos!
- ¡Qué coño hace, Utah?
- ¡Le ha dejado escapar!
- No.
- ¡El tío está loco!
- Le cogeremos cuando vuelva.
- No va a volver.


La carrera cinematografia de Gerry Lopez

- julio 21, 2023 - Comenta
gerry lopez
Gerry Lopez además de ser un virtuoso surfista, un revolucionario de la tabla corta, y un excelente shaper, ha sido durante años un aficionado a la interpretación, apareciendo en unas cuantas películas bastante conocidas.

Todo vino de su amistad con el director y guionista John Milius, artífice de películas como Apocalypse Now, Harry el Sucio, o Las aventuras de Jeremiah Johnson, entre otras.


Quitando películas, o mejor dicho documentales totalmente surferos, como Five Summer Stories, Morning of the Earth, o Tubular Swells, el debut en el cine vino en 1972 cuando Milius le dio la oportunidad tener un papel en la filmación de El Gran Miércoles. Gerry hizo de si mismo un papel que con el que no tuvo demasiadas dificultades.

gerry lopez Apocalypse Now

En 1979 pasó desapercibido durante la grabación de Apocalypse Now, dirigida por Francis Ford Coppola, y donde John Milius hizo de guionista. Lopez dio vida a uno los hombres del coronel Kurtz.




En 1982 tuvo su mayor éxito en el cine interpretando al arquero Subotai junto con Arnold Schwarzenegger en Conan el Bárbaro, grabada en los paisajes de Almería y en la sierra de Madrid.





"Un día John Milius (director de cine y surfista) me llamó por teléfono. Yo no sabía quién era, no existía internet para saberlo todo de alguien en el momento, pero él decía que lo sabía todo de mí", comentó en una entrevista a JotDown. "Era 1976 y me invitó a California para discutir sobre un papel en Big Wednesday. Yo había trabajado en un número de películas menores sobre surf, pero nada de esa categoría. Así que fui a Hollywood y probé todo aquello: fiesta casi cada noche, alcohol, drogas… Recuerdo que un día me levanté demasiado tarde y vi que había una buena marea. Las olas estaban ahí, pero el viento ya las había destrozado. Lo dejé y no he vuelto a probar las drogas desde entonces


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Gerry Lopez en Conan el Bárbaro


Pero no abandonó el cine. "Otro día, John Milius me llama para decirme que ha escrito un papel para mí en Conan el bárbaro: el de su compañero, Subotai. En un principio me asusté porque aquello era más que un papelito en una película de surf, era el de un actor secundario con presencia de principio a fin de la cinta".

"Fue muy divertido. El rodaje se iba aplazando sin fecha y Arnold y yo pasamos un año juntos antes de venir a España y trabajar en la película. Luego rodamos durante cuatro meses en Madrid y dos en Almería. Ninguno de los dos teníamos ni idea de actuar, así que nos daban clases de interpretación y esgrima. Teníamos un maestro japonés que también sale en la película. Fue una gran experiencia".


Los rumores decían que aprovechó una visita al País Vasco para surfear en Mundaka pero el propio Lopez lo desmintió: "Es mentira. Necesitábamos un tipo de arco muy particular y solo se podía conseguir en Bilbao. Fuimos, lo compramos y nos volvimos a Madrid el mismo día. Eso fue todo".



Ya en el 87, Gerry se involucró en quizá su peor película, North Shore, la historia de un joven surfista que viaja de Arizona a surfear a las playas de Hawai. Allí se encontrará con un poco amable Gerry Lopez, que interpreta a Vince un surfista local hawaiano.



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Gerry Lopez junto con John Milius

The Ductumentary entera - Joel Tudor

- julio 09, 2023 - Comenta
The Ductumentary
Si eres tablonero o te gusta el long, esta es tu película. Hoy tenemos la oportunidad de ver enterita The Ductumentary, un repaso personal de Joel Tudor por el longboarding del pasado, presente y futuro. Joel Tudor, Alex Knost, Tyler Warren, Ryan Burch, Jared Mell y muchos más en una cinta dirigida por Graham Nash y Reagan Ritchie.




La película está dividida en tres partes: Humble Beginnings, New Direction, A Stage for the Next Generation.

Música: Tomorrows Tulips, Matt McCluer, Skalpel, Blank Tapes, Japenese Motors, Nolan Hall, and Radar Eyes

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Las 5 fases por las que pasarás cuando te quedes sin olas

- junio 06, 2023 - Comenta
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Si eres surfista y llevas un largo periodo sin olas es muy posible que estés, o hayas estado en alguna de estas fases.

Fase 1: Negación

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Pese a que hayas visto por la webcam que el mar está plato y te hayan llegado varios mensajes al móvil corroborándolo, irás a la playa para comprobarlo. Te pasarás horas mirando el mar repitiendo el mantra: "se va a poner, se va a poner".

Finalmente, viendo que ni en alta, ni en baja, ni en media marea se ha puesto, te fijarás en esa ola que rompe en la orilla de no más de 20 centímetros y te intentarás convencer de que es surfeable.

Irremediablemente volverás a casa con el traje seco y tu autoestima por los suelos, volverás a chequear las previsiones y afirmarás ver la llegada de una marejada fantasma más pronto que tarde: "Si el swell que se está creando en Groenlandia rebota con el anticiclón de Surinam podría dejar medio metro en Salinas. Solo tendría que salir de aquí a las 3 de la mañana y hacerme cuatro horas en furgo".

Este autoengaño puede suponer el riesgo de sufrir aislamiento debido a la inclinación a aceptar solo tu visión de la realidad. Es el comienzo de la fase dos.

Fase 2: Ira

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El fin de la negación va asociado a sentimientos de frustración y de impotencia. Dicha frustración conlleva a su vez la aparición de enfado y de ira, como sucede en general.

En esta fase cualquier mención al mar o a las olas por parte de alguno o algunos integrantes de tu grupo familiar puede desencadenar en una bronca de tres pares de narices. Es aconsejable no estar a menos de cinco metros de un surfista que lleva sufriendo un plato de más de diez días seguidos (30 en el caso del Mediterráneo).

Durante la etapa de ira la persona busca atribuir la culpa a algún factor, como puede ser otra persona o incluso uno mismo. Echarse la culpa de habee salido antes de tiempo del último baño, no tener una tabla con más litros en su quiver, o echarle la culpa a la pareja por haberle obligado a hacer la compra del mes justo cuando todavía había olas suele ser muy habitual.


Fase 3: Negociación

joven rezando iglesiaEn la fase de negociación la persona guarda la esperanza de que puede influir de algún modo en la situación. Un ejemplo típico son los pacientes que piensan que por volver a misa y poner una velita a la Virgen, o mirar continuamente el mar, las olas van a aparecer de la nada. Se miran vuelos de última hora a Maldivas o Indonesia, o incluso se manda algún correo a Wavegarden intentando mendigar alguna ola.



Fase 4: Depresión

depresion 

En este periodo la persona empieza a asumir de forma definitiva la falta de olas, y ello genera sentimientos de tristeza y de desesperanza junto con otros síntomas típicos de los estados depresivos, como el aislamiento social o la falta de motivación.


El paciente deja de mirar webcams, noticias y vídeos de surf, no pasa por la playa ni para jugar a palas, y se recluye en casa abrazado a una bolsa de ganchitos mientras ve durante horas y horas telefilmes alemanes en Telecinco.

Fase 5: Aceptación

palas
Después de las fases de negación, ira, negociación y depresión llega la aceptación y la llegada de un estado de calma asociado a la comprensión de que los periodos sin olas son fenómenos naturales en la vida humana.

Uno comienza a hacer vida 'normal', e intenta rellenar el espacio que ocupaba el surfing con cosas más triviales como la familia o el trabajo. Una vez llegado a esta fase el paciente se ve capaz de volver a la playa sin sentir ningún tipo de ansiedad. Ya no lleva la tabla de surf en el coche, ni ninguna parafernalia relacionada.

El paciente creerá que es feliz, pero realmente solo está en modo 'reposo' hasta que llegue un nuevo swell. Ahí volverá otra vez a la Fase 0, estado de euforia.

 

¿Y tú, en qué fase estás?

Cuando el CT llegó a una piscina de olas en 1985

- mayo 24, 2023 - Comenta
World Inland Surfing Championships 06
El Surf Ranch Pro no es la primera prueba del CT que se va a celebrar en una ola artificial. Ya en el año 1985 se celebró el World Inland Surfing Championships y fue un desastre. Esta es su historia.


En aquel entonces el campeonato del mundo constaba de 20 pruebas y a la organización de la ASP le pareció una buena idea el incluir una prueba en una ola artificial. Era la solución perfecta para los problemas que tenía el surf para ser retransmitido por televisión, además de ser un reclamo perfecto para los anunciantes.



La ola elegida fue la de Dorney Park, en Allentown, Pensilvania, a más de 160 kilómetros de la playa más cercana, un parque acuático al que añadieron una piscina de olas que costó 10 millones de dólares de aquél entonces.



Con la intención de causar un gran impacto mediático, el Dorney Park trajo a algunos de los mejores surfistas del circuito profesional para la primera competición del CT en una ola artificial, entre el 19 y 23 de junio de 1985, pocos días después de que el parque abriera sus puertas por primera vez.



El evento atrajo a 70 surfistas, incluidos 25 de los 30 mejores del mundo, para competir por 25.000 dólares en premios en olas que supuestamente iban a llegar a los 7 pies de altura.



"Definirlo como revolucionario es probablemente subestimarlo", declaró Jim Karabasz, un entusiasta del surf de toda la vida que era entonces el Director de Surfing de Dorney Park y uno de los artífices de hacer llegar el CT a su piscina.



Karabasz contacto con la ASP el año interior para venderles la idea de realizar una competición en una ola artificial, y les pareció una gran ideal, "llevar el deporte a la gente" así que dieron el visto bueno y se convirtió en una de las 20 pruebas del CT del 85.



La competencia fue un choque de culturas. La gente no estaba acostumbrada a ver tablas de surf y a sus estrellas con sus rubias melenas en medio de Pensilvania. Incluso la policía local les miraba raro cuando llevaban sus tablas de surf desde el hotel hasta el parque acuático.

World Inland Surfing Championships 02


 

"Salimos del coche, Pottz, Elko, el Sr. X (Glen Winton) y yo", recuerda Tom Carroll. "Allí estábamos, de pie, con nuestras tablas bajo el brazo al borde de una piscina y pensando: ¿pero qué es esto?. En ese momento pensé que aquel era el lugar más extraño del planeta para un surfista. El tipo que dirigía el evento se sumó al grupo. Recuerdo que usaba unos shorts ajustados de gimnasia que hacían que mi bañador pareciese holgado".



World Inland Surfing Championships 08



Y fue muy parecido el choque entre los surfistas y las olas artificiales que ninguno de ellos había probado hasta entonces.



Las olas fueron terriblemente malas durante todo el campeonato. Un gorgoteo, que parecía provenir de las entrañas de la piscina, precedía a una descarga de agua similar a la de un water tamaño industrial, formando una ola de altura de la rodilla. Los surfistas no habían visto nunca nada parecido, en gran parte porque el intervalo entre olas era de tres segundos. El campeonato parecía estar destinado a ser recordado como una broma. "¡Pero lo curioso es que ni siquiera fue la peor ola del tour de aquel año!"- comentaba Carroll a Surfer Magazine, que había ganado el título mundial el año anterior en Florida gracias a las olas generadas por una lancha que la organización conducía a toda velocidad en paralelo a la orilla de la playa.

World Inland Surfing Championships 01

Cada ola de la piscina era una réplica exacta de anterior. Generadas por ordenador, salían desde una larga rejilla de metal situada en el extremo de la piscina en grupos de 15 olas, una ola cada 2 segundos y medio. A esas 15 olas les seguía una pausa de 2 minutos, hasta que la máquina creaba otra serie de 15 olas. Durante las mangas casi todos los competidores siguieron la misma táctica. Sentados, se balanceaban durante las 14 primeras olas de la serie, ante la creencia no probada de que la última ola sería mejor que las 14 anteriores. Todos surfearon exactamente 10 olas en cada manga. Todos cogieron sus olas de cara. Y prácticamente todas las olas fueron iguales: tras una remada potente, un primer reentry rápido y fuerte, seguido de un segundo reentry más flojo, y fin de la ola. Eso era todo, no había otra opción que realizar.

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"Me di cuenta pronto," recuerda Tom Carroll. "Después de surfear toda mi vida en el mar y tener que lidiar con sus múltiples variables, descubrí que lo que había que hacer en la piscina era coger la undécima ola. Entonces, el surf se convirtió en una ecuación matemática. Sabía exactamente cuántos giros podía hacer, y en qué parte de la ola tenía que estar en cada momento. Podía literalmente coreografiar cada una de mis olas".



Para el día de las finales, la novedad se había esfumado y los espectadores también. La final entre Tom Carroll y Derek Ho se celebró sin apenas público, y finalmente Carroll se llevó el triunfo y loas 4.500 dólares.



El campeonato fue un fracaso, tanto por la asistencia del público, por las sensaciones de los surfistas, y por supuesto, por las olas. Pese a que se intentó volver a llevar otra vez una ola artificial al CT, la idea fue desechada. Hasta hoy.


Artículo basado en:

The 11th Wave (Surfer)
Tom Carroll, 1985, At the World Inland Surfing Championships in Allentown, Pennsylvania
Remembering when pro surfers would catch a wave at Dorney Park's Wildwater Kingdom
Historia de las piscinas de olas: el desastroso campeonato del mundo de 1985 en el Wildwater Kingdom

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8 sintomas para detectar la adicción al surf

- noviembre 20, 2022 - Comenta
adictos al surf
La adicción al surf es un tema delicado pero alguna vez hay que hablar de ello, ya que el primer paso es detectar la enfermedad, para luego poder tratarla, si es que se quiere. Como otras psicopatologías, la clave para un tratamiento eficaz es la detección precoz.

Tanto las causas como los síntomas de la Adicción al Surf están perfectamente definidos. Como servicio a nuestros lectores a continuación detallamos una serie de señales de peligro que requieren atención inmediata cuando son detectados, tanto en uno mismo como en alguien a quien aprecies.


1.- Pérdida del apetito sexual. ¿Has cancelado tu suscripción al Pornhub por la del Surfer's Journal?¿En vez de alquilar un vídeo porno te has ido directamente a la sección de deportes para ver si hay una copia de September Sessions? Este es uno de los signos más evidentes de la adicción al surf.


2.- Problemas continuos en el sueño. Cuando uno de mis clientes describe este síntoma, inmediatamente sospecho de la Adicción al surf. El paciente suele hablar en sueños, incluso puede padecer sonambulismo.


El sueño suele ser siempre el mismo en esta enfermedad. Normalmente el paciente suele soñar como llegan olas de dos metros en el horizonte cuando está en el agua pero se da cuenta que no puede mover los brazos.


En otros casos el sujeto sueña con conducir hasta una colina cercana a la costa y ver perfectas series de olas solitarias rompiendo en la playa.


3.- Disminución de la motivación profesional. Adictos al surf encuentran que su vida personal y profesional es consumida por la búsqueda interminable de buenas olas. Los síntomas incluyen chequear todas las previsiones de oleaje en internet (en contra de las normas de la empresa), mandar constantemente correos o mensajes de móvil a los amigos para asegurarse cuando llega ese swell o quedarte con la mirada en blanco en las reuniones. Este último síntoma suele ir acompañado por una embarazosa descarga nasal (acuérdate de esa serie asesina que te pilló desprevenido) en el contrato que debías hacer firmar al cliente.



4.- Distracciones en la conducción. La Dirección General de Tráfico han notado que en las carreteras cercanas a la costa hay un mayor índice de accidentes. Las estadísticas revelan que el conductor suele fijar su mirada fuera de la carretera hacia cualquier pico mientras conduce extremadamente despacio para poder ver la serie. Si has experimentado más de tres accidentes cerca de la costa en el último año es un signo seguro de tu adicción al surf.


5.- Cambio el los hábitos alimenticios. ¿Sueles comer un plátano con un yogur en plan sanote antes de meterte en el agua? Luego, después del surfing, ¿sueles consumir 2.000 calorías de cualquier cosa que encuentres en la nevera o alrededores?


6.- Múltiples indicadores físicos. Muchos de los pacientes tienen serias correlaciones entre su adicción psíquica y física al surf. El sujeto suele estar rascándose continuamente las piernas y otras partes del cuerpo debido a las erupciones provocadas por el traje o la tabla. Las heridas en los pies o/y las rodillas pueden ser otro síntoma, al igual que los problemas para peinarse debido a la sal marina.


7.- Sindrome de la cabeza/manos trasplantadas.  ¿Tienes un color de piel caribeño en las manos y la cabeza tan marcado que parece que te las han trasplantado de otro cuerpo? Un signo evidente de adicción al surfing.


8- Acumulación de parafernalia. Los adictos son conocidos por coleccionar gran variedad de objetos y herramientas relativos con su hábito. En el caso de la adicción al surf suelen tomar la forma de una montón de tablas (ya se usen o no), varios trajes de surf, bacas, inventos, toallas de playa, licras o cascos suele completar la colección.


Si cualquiera de estos síntomas persiste, la persona, quizá seas tu, puedes estar sufriendo de Adicción al surf. Nuestra recomendación es que contactes con un terapeuta certificado por la ASP (Association of Surfing Psychologists).


Basado en un relato de Surf Humor

Cómo elegir los escarpines adecuados

- octubre 12, 2022 - Comenta
escarpines body glove
Este año el agua está enfriando rápidamente y ya puede ver a los más frioleros con los escarpines puestos. Si te tienes que comprar unos nuevos para esta temporada aquí van unos cuantos consejos para ayudarte a elegir bien.

Elegir escarpines no es tarea fácil, muchas marcas con tallaje diferente, algunos más altos, otros con el dedo gordo separado. Es un mundo.

Lo primero que hay que tener en cuenta es la talla. Unos chapines muy grandes pueden hacer que se te doble la punta de ellos cuando te pones de pie, y con unos muy pequeños pierdes movilidad además de ser muy incómodos. Al igual que con el traje de surf, te tienen que costar enfundártelos cuando vayas a la tienda a comprarlos. Yo, por lo general, escojo por lo menos un número menos que el que uso de zapato. Hay que tener en cuenta que los escarpines solo se ofrecen en números enteros así que dependiendo de tu pie es posible que haya ciertas marcas que no te que queden bien.

¿Con el dedo separado o junto? Es cuestión de gustos. Algunos consideran que los escarpines con el dedo gordo separado son incómodos pero son mis preferidos ya que no se mueven apenas cuando estás sobre la tabla y creo que tengo más controlada la punta del escarpín.

El grosor es otro aspecto a tener en cuenta. Normalmente los escarpines se encuentran con un grosor de 3, 5, o 7 milímetros. En estas aguas y en invierno creo que lo mejor son los cinco milímetros. Es cierto que pierdes algo de sensibilidad en los pies, muy poca, pero a cambio te aseguras que tienes los pies calientes, que es de lo que se trata.


Excel Split Toe Infiniti 5mm


Rip Curl Flashbomb 5mm Hidden Split Toe Boot


Rip Curl Flashbomb 5mm


quiksilver Syncro 3mm RT


O Neill Mutant surf escarpines 3 mm
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