Ayer en pleamar rompían olas de un metrito en un mar bastante ordenado por la acción del viento del sur. No había demasiada gente en El Pasillo para ser el único pico que funcionaba en toda la playa.

Ayer continuamos con el mal tiempo, la lluvia, y el frío; "un invierno como los de antes", me comentaba una amiga.

Con olas de tres cuartos de metro, viento del sur fuerte, y periodos largos, uno podría esperarse un buen baño. Pués no.

La palabra que mejor describe las condiciones de ayer es "inconsistencia". Ayer en bajamar el mar estaba precioso, ordenado por el fuerte viento del suroeste que soplaba.

Fue tanta la tregua que nos iba a dar el mar que finalmente nos quedamos sin olas. Ayer a la tarde la playa de Sopela presentaba un aspecto muy poco habitual para estar en pleno mes de enero.

Después de no se cuantas semanas sin poder surfear en las playas más abiertas debido a las continuas marejadas que han estado llegando al Cantábrico, ayer nos pudimos dar un baño en Sope.

Con las olas que estaban cayendo ayer había que decicir si hacerse unos kilómetros y tirar hasta Laredo o quedarse cerca de casa en busca de un baño cómodo.

Menudo comienzo de año estamos teniendo, con una gran borrasca en nuestras cabezas que está enviando vientos del sur mientras no paran de llegar olas.

Las condiciones para el surfing siguen siendo pésimas un día más. Ayer, olas de un metro llegaban totalmente reventadas por el viento del noroeste en un día frío y lluvioso.

Después de un mes de octubre de ensueño, ha llegado noviembre y con él, el viento, la lluvia, y el frío.

Me equivoqué en mis previsiones pensando que todavía este último swell podría aguantar un días más por lo menos. Lo cierto es que el mar presentaba un aspecto muy tranquilo, con olas que no llegaban al medio metro en pleamar.

Ayer a la tarde una ligera niebla cubría la playa mientras rompían olas de medio metro a tres cuartos.

Seguimos con inmejorables condiciones para el surfing. Está claro que el que díga que no le gusta el otoño es porque no hace surf.

Menudo glasazo nos regaló el cielo el día de ayer. Apenas se movía una hoja en los árboles mientras en el mar llegaban series perfectamente formadas con olas sobre los dos metros pasados.

Parece mentira que en cuestión de tan solo un puñado de horas el mar pasase de tener olas de un tamaño considerable a estar prácticamente plato.

Las olas no fueron lo grandes que estaba previsto, por lo menos a la tarde, pero a cambio se nos regaló un mar totalmente glassy.

¿Eres de los que estudias o trabajas a las mañanas y solo puedes surfear a la tarde? ¿Te bombardean por el WhatsApp con fotos de un mar glassy y ordenado y cuando llegas a la playa el viento ya ha saltado y solo queda una chusma?

Ayer a la mañana fue el típico momento de transición de la marejada en el que uno no sabía muy bien si el mar estaba desfasado o se podía entrar. El mar estaba limpio, el viento calmado, y llegaban algunas olas bonitas pero con frecuencia llegaba alguna serie desfasada que barría de punta a punta la playa.

Ayer el mar se convirtió en una preciosa máquina de hacer olas. A la mañana todavía se le podía dar en las playas más abiertas, estaba gordo pero todavía asequible, pero según fue avanzando el día el mar fue subiendo más y más.

El mar desfasado en las playas más abiertas hizo que muchos tiraran para Cantabria, donde en algunos lugares el noroeste no le pega tan mal. Con la pleamar pleamar en Sope las olas rompían donde Cristo perdió las chancletas en un mar revuelto.