Este fue el mejor surfing visto por Nate Lawrence

Nate Lawrence lleva un cuarto de siglo con una cámara al hombro siguiendo a los mejores surfistas del planeta. Veinticinco años dan para mucho: viajes imposibles, sesiones históricas, historias que se pueden contar y otras que, como él mismo admite, podrían meter a más de uno en problemas serios. Pero cuando se le pregunta sin rodeos por el mejor surf que ha presenciado en todo ese tiempo, Lawrence no duda demasiado. Lo reduce a solo dos viajes en esta entrevista concedida a Stab.

 

El primero fue Japón en 2011, durante el rodaje de Dear Suburbia. Un proyecto que capturó una energía especial, con olas inesperadas y un grupo de surfistas en plena explosión creativa. El segundo llegó casi una década después, en 2020, cuando el mundo se detuvo por la pandemia y las islas Mentawai quedaron prácticamente vacías. Allí, en un escenario irreal, nació Reckless Isolation: sesiones interminables, picos perfectos sin nadie alrededor y la sensación de estar viviendo algo que no volvería a repetirse.

 

Ambos viajes tuvieron mucho en común. Jornadas maratonianas de ocho horas en el agua, surf de primerísimo nivel y un elenco de surfistas de élite en su mejor momento. No solo físicamente, sino también mentalmente, con esa mezcla de confianza, libertad y hambre que define a las mejores generaciones. Lawrence lo resume sin adornos: era el paquete completo.

 

Curiosamente, cuando profundiza un poco más y compara contextos y equipos, su elección final se inclina hacia Indonesia. En lugar de la mítica y algo caótica banda reunida por Kai Neville en Japón —con nombres como Dane Reynolds, John John Florence, Yadin Nicol, Conner Coffin o Dillon Perillo—, Nate se queda con el equipo de San Clemente en Indo: Kolohe Andino, Griffin Colapinto, Crosby Colapinto, Luke Davis e Ian Crane.

 

Una decisión que dice mucho de cómo ha evolucionado el surf en estos años. Menos mito romántico y más precisión, más lectura de olas, más consistencia. Para alguien que ha visto casi todo desde detrás de la lente, esos viajes no solo representan el mejor surf que ha presenciado, sino también dos momentos irrepetibles en la historia reciente del surf moderno.